viernes, 16 de marzo de 2012

Los modernos: tribus y rock



Cuando uno pasa las páginas de “Yo disparé en los ochenta (Munster Books, 2012), un magnífico documento fotográfico de los primeros años de la movida, las canciones surgen como marco perfecto para una serie de momentos únicos: Eduardo Haro Ibars escribiendo los poemas que servirían como letras para el primer LP de la Orquesta Mondragón, Iñigo Munster soñando fanzines, enamorado de Poison Ivy, grabadora de cassette en mano. Poch buscando en la guía la dirección que lo lleve a Jurelandia mientras el saxofón de Justo Bagüeste se abre paso como una cuchilla. Sabino Méndez y Loquillo paseando por Madrid, punk-rockers enamorados. Antonio Bartrina y Víctor Coyote cantando tangos en un arrabal de desolación industrial mientras Alberto García-Alix se intoxica de polaroids. También Kike Turmix inventando Malasaña con un jovencísimo Guillermo Martín junto al resto de los Desperados. Las chicas guapas de imperdible y chupa de cuero en la puerta del Rockola esperando a que JM y los Magníficos tocaran una versión psicótica de "La Estación del Amor". Alaska a punto de convertirse en leyenda contando qué sucedió con la muerte de René. El peinado imposible de Enrique Sierra, como un monstruo pánico en el paraíso del jardín botánico. Todas las tribus urbanas juntas: mods y rockers, babosos y hornadas irritantes, sobreviviendo al alcohol de garrafón y las horas sin dormir. Imágenes evocadoras extraídas del archivo de Mariví Ibarrola, ojo atento en mitad del vorágine cultural más importante del siglo XX español. Tonos en blanco y negro, retratos de una sociedad inocentemente creativa, de sencillez analógica, pero fundamentales para entender el concepto de modernidad en los últimos treinta años.

Columna aparecida en el Artes y Letras de Heraldo de Aragón el jueves 15 de marzo de 2012

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