miércoles, 17 de abril de 2013

Formas de matar el tiempo de José Ignacio Lapido (Pentatonia Records, 2013)


El Apocalipisis eléctrico ha llegado. Todas las gotas que mojaron nuestras botas se están evaporando...la lava amenaza con regurgitar nuestras lágrimas con más fuerzas. Así abre la caja de los truenos con Día de perros. Susurro acústico, casi a pelo, comienza Muy lejos de aquí. Enésima canción confesional del maestro Lapido. Ninguna cansa, porque cuando jugamos en la misma liga los recuerdos de los momentos buenos son alimento para el alma: Somos noctámbulos en noche de tormenta, versos estremecedores para una canción que se columpia entre los pianos imaginativos y las percusiones celosas. Alas de moscas transparentes perfilan nuestra vida: soplamos y el hammond resiste el envite, porque es el momento de enchufar los amplificadores y llegar a Cuando por fin. La misma didáctica de siempre, veteranos curtidos en la carretera y el negocio destilando en un alambique bien engrasado algunas buenas canciones. Cosas por hacer recupera esa lírica mesiánica, bíblica, de cantautor beatnik en la que tan bien se maneja Lapido. Rugoso rockandroll de escuela americana pero tan familiar que se filtra hasta el tuétano. 40 días en el desierto está escrita para ser cantada mientras respiras la mezcla de la gasolina y el cuerpo de Gram Parsons. No hay vuelta atrás, en medio tiempo, más al oeste que al este, con un órgano nutritivo y un ritmo de camino sin retorno. La ciudad que nunca existió incide en esa electricidad de los vagabundos del Dharma y nos trae la herencia granadina, esa que mezcla a los Clash con el color blanco del Albaicín. Delicioso el tono íntimo de Desvaríos, de nuevo en la onda de nada madura, con batería sutil: la reina de Saba, Salomón, Lapido mira de cara a la postmodernidad...él siempre fue más de formación clásica. Magnífico Está que arde, poesía de alto octanaje, plomo en las venas, esa veta rockabilly, desafiante: no hay lugar para escapar, así que mejor nos quedamos aquí mirando al enemigo de frente. El cierre, con Al azar, nos deja claro que no hay normas, solamente podemos esperar.

Este nuevo disco de Lapido es como una copa en un garito de confianza, es como tomarse un bourbon en el Páramo: sabes que el hielo estará a la temperatura correcta y la música que sonará cuando le eches el primer trago será la adecuada. No engaña y no da sorpresas, bajo batería, electricidad, hammond, acústicas confesionales y una voz.


Lo de que Lapido es un letrista superlativo no deja de ser un tópico inevitable cada vez que se habla del compositor granadino pero es que en este, su quinto LP en solitario, afina su voz hasta rebasar con la lija del tiempo una garganta que ya no puede ser considerada precaria. Un disco pulcro, preciso, como un mármol pulido por el cincel del rock, no hay palabras que lo expliquen, solo contar los días para poder verlo en directo.

Lapido estará presentando este LP en Zaragoza el próximo sábado 25 de mayo en la Sala López

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