miércoles, 9 de septiembre de 2015

Interino 9: David y Claudia



En algún momento de tu vida tienes que volver a Uri Geller. Todo el mundo recuerda dónde estaba la primera vez que salió por la televisión, la original, la de José María Iñigo. Íñigo y su pelucón. Calvo como solo pueden estar las estrellas de la televisión. Iñigo con traductor y Geller, judío y zahorí enmarcando en la memoria un simple momento de magia. España detenida frente al televisor con una cucharilla de plata, un reloj estropeado. Félix Romeo frente a la televisión soñando con los dibujos animados. Años después volvió Uri Geller al a televisión. Mi padre acababa de comprar uno de los primeros vídeos VHS, de cinta grande. No había manera de poner el reloj en hora. En aquella época poner la hora del reloj era una misión casi tan complicada como programar la grabación de una película. Uri Geller era amigo de Michael Jackson. Lo decía Iker Jiménez. Era el Un dos tres, la segunda vez de Uri Geller, mi padre y yo frente al televisor. Mi padre creía, yo creía en mi padre, en la segunda venida de Uri Geller. El vídeo sin hora, las cucharas en ristre, no habían terminado los ochenta.

El abuelo de uno de mis alumnos es zahorí. Me lo cuenta Ana en el autobús camino de casa de mis padres. Lo hemos tenido en clase los dos. Un chaval repetidor, agotado adolescente abúlico. Pero su abuelo encuentra agua con un simple palo. Eso es magia de verdad, no como en las novelas de a duro. Yo le cuento a Ana que Uri Geller buscaba petróleo para las compañías árabes. Era un ciudadano del mundo. Lo detectaba, como el abuelo de nuestro alumno con los acuíferos. Ana me dice que pagan muy bien por encontrar pozos de agua dulce. Quizá nuestro alumno haya heredado alguna de las dotes de su abuelo. Sería un futuro mejor que los libros. Cuando pienso en Uri Geller pienso en Félix Romeo y en mi padre. A veces no es más que ilusión. Hay que creer en algo. También me acuerdo de aquella canción de los Planetas, David y Claudia. ¿Qué harías si fueras el mago más poderoso sobre la tierra? Hechizarías a la mujer más deseada del mundo. Era una buena metáfora. Tan buena que era de verdad.


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